
El documental fue rodado en los veranos de los años 2002, 2004 y 2005 por un payaso chileno, Mikio Tsunekawa, miembro de la organización “Payasos sin Fronteras”, que registró estos tres viajes creando un relato, ágil, dramático y comprometido. Su realizador, logra captar imágenes inéditas y emotivas contándonos a través del documental la extraña situación y experiencias de unos payasos en medio de la guerra. Pues donde hay un conflicto, los niños son siempre las principales víctimas.